Alejandro Villén, nacido en Málaga, ha sentido desde pequeño fascinación por todo lo relacionado con robots, monstruos y científicos locos, lo que le llevó a estudiar arquitectura; pero su lado sensato truncó su carrera y le convirtió en ilustrador profesional. Actualmente, acaricia un gato blanco en una base submarina frente a la costa malagueña, aunque algunas veces abandona su refugio para impartir clases y talleres de ilustración.
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