La bella Dubrovnik nos abre una puerta a uno de los rincones m谩s ex贸ticos de la Vieja Europa. Su aeropuerto y sus buenas conexiones por tierra y mar permiten descubrir el sur de Dalmacia, pero tambi茅n adentrarse en el frasco de las esencias de los Balcanes.
Remontando el r铆o Nereteva, en un par de cientos de kil贸metros cambiamos los ambientes venecianos del sur de Croacia por los orientales del coraz贸n de Bosnia, donde perdura una genuina multiculturalidad fraguada en la 茅poca en que otomanos y austriacos se disputaban estas tierras.
En el camino todav铆a veremos algunas heridas de la guerra de los 90 que forman parte esencial de la experiencia, aunque Dubrovnik, Mostar y Sarajevo ya vuelven a brillar como siempre lo hicieron.